lunes, 14 de mayo de 2012

La belleza esclaviza, la fealdad libera: Monstruos invisibles

¿Qué puedo decir a estas alturas de los libros de Chuck Palahniuk que no sepáis ya? Que me siguen sorprendiendo como pocos. Que los devoro ávidamente. Que son producto de alguien que tiene que estar como un cencerro o, por lo menos, lo parece. Que son geniales. Monstruos invisibles sigue demostrando este razonamiento.
Shannon es una modelo fotográfica que parece destinada a triunfar. Tiene una carrera prometedora, un novio policía, una buena amiga que comparte su profesión... Pero cuando alguien le vuela la cara de un disparo en la autopista, su rostro queda desfigurado y su vida hecha añicos. ¿Quién va a querer a un monstruo sin mandíbula que no puede ni hablar? Manus, su novio, no. Y su familia, obsesiosanda con el recuerdo de su hermano gay muerto de sida, menos. Su fortuito encuentro con Brandy Alexander, un transexual ingresado en la misma clínica le brinda la oportunidad de reinventarse y descubrir que la deformidad le brinda una insospechada capacidad para pasar desapercibida. Tras secuestrar a Manus, Shannon se embarca en una disparatada travesía en busca de su propia identidad.
Monstruos invisibles es una alocada road movie novelada en la que la tragedia y la comedia negra van de la mano. Al igual que en el resto de la obra de Palahniuk, Monstros invisibles está desprovista de moralinas fáciles y, bajo una capa de humor negro, el autor se despacha a gusto con una sociedad rendida al culto a una belleza efímera y banal que se escuda en la hipocresía moral.
Una lectura muy recomendable, como toda la obra de Chuck Palahniuk.

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